8 de Diciembre
Día de Precepto
Misa en Español a las 7:00 pm
Aunque celebramos la Inmaculada Concepción durante el Adviento, el tiempo durante el cual nos preparamos para el nacimiento de Jesús, esta fiesta NO se trata sobre la concepción de Jesús. Esto puede ser confuso porque la lectura del Evangelio de este día santo se enfoca en la aparición del ángel Gabriel a María. “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús” (Lucas 1, 30-31).
La Inmaculada Concepción hace referencia a la Concepción de María, la madre de Jesús. La “inmaculada” no es una referencia de cómo ella fue concebida por sus padres, San Joaquín y Santa Ana. Reconoce que Dios intervino y permitió que ella fuera concebida sin la mancha del pecado original.
Entonces, ¿por qué la Iglesia usa la anunciación del nacimiento de Jesús en el Evangelio de la fiesta de hoy? Antes de que Gabriel le dijera a María que ella había sido elegida para ser la madre de Jesús, él la saludó “‘¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!’ Pero ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. El ángel le dijo: ‘No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios’” (Lucas 1, 28-30).
El Catecismo de la Iglesia Católica explica el significado de este saludo. “Para ser la Madre del Salvador, María fue ‘dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante’. El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda diciendo ‘llena de gracia’. En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María ‘llena de gracia’ por Dios había sido redimida desde su concepción”.
“Esto es lo que el dogma de la Inmaculada Concepción sostiene, como lo proclamó el Papa Pio IX en 1854: ‘Que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano’” (Núm. 490-491. Ver también, Núm. 721-726).
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